Prensa DiócesisSC.-El sábado 28 de marzo se realizó la Misa Crismal de la Diócesis de San Cristóbal en el Santuario del Santo Cristo de La Grita, ceremonia que estuvo presidida por el obispo, monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez.
En esta misa los presbíteros que laboran en la Diócesis de San Cristóbal renovaron sus promesas sacerdotales ante y el Pastor Diocesano y el Pueblo de Dios y monseñor Moronta también renovó su compromiso al frente de Iglesia Local.
Estuvieron presentes las autoridades municipales del municipio Jáuregui y feligresía de las 90 parroquias de la Diócesis que hicieron presencia para orar y acompañar a sus pastores. La animación de los cantos litúrgicos fue a cargo del coro parroquial de Santa Ana del Táchira, dirigidos por el presbítero Domingo Pernía.
Resaltó monseñor Moronta en la homilía que gracias al misterio de la Encarnación, Dios se hizo presente en la historia de la humanidad. Lo conocemos, a través de la Escritura, como Maestro, Pastor, Profeta, Liberador. También uno de los títulos más hermosos y cónsonos con la Misión recibida del Padre Dios y para la cual recibió la unción del Espíritu, es el de Sumo y Eterno Sacerdote.
Enfatizó que “Jesús en la Última Cena, abrió las puertas para la nueva alianza y allí, además de instituir el sacramento del amor, la Eucaristía, creó el del Orden Sacerdotal. Con éste, sencillamente concedió la gracia a unos elegidos de configurarse con Él y así hacer memoria viva de su acción pascual”.
A partir de este momento, debido al don de la sucesión apostólica, a lo largo de los siglos no ha faltado nunca ni a la Iglesia ni a la humanidad el servicio de ministros ordenados para hacer memoria del evento salvífico. Así se extiende por todo el mundo la acción sacerdotal de Cristo. De entre los fieles cristianos de ese pueblo sacerdotal, Dios elige a unos cuantos para ponerlos a su servicio y al de los demás hermanos. Estos elegidos, marcados con el sello del Espíritu Santo son precisamente los ministros configurados a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote.
Una de las tareas primordiales de todo sacerdote, el Obispo y presbítero con sus capacidades sacramentales de celebrar plenamente la eucaristía, y en el diácono por ser servidor de la Liturgia, es precisamente “hacer la Eucaristía”. En la reflexión teológica de los últimos tiempos, así como en el Magisterio reciente, se suele recordar que la “Iglesia hace la Eucaristía y la Eucaristía hace la Iglesia”. Es una hermosa síntesis de lo que significa el ministerio sacerdotal; así como lo es también de la vida y misión de la Iglesia.
Prosiguió el Prelado “Hacer la Eucaristía y hacer la Iglesia” no están divorciados de la Misión de evangelizar, antes bien se hallan totalmente unidos a ella. Con la proclamación del Evangelio se manifiesta la Iglesia. Si bien todos los sacramentos hacen referencia a la salvación y a la vivencia de la misma, la Eucaristía es particularmente el centro, fuente y culmen de toda vida de fe y de la misma Iglesia.
En esta misa los presbíteros que laboran en la Diócesis de San Cristóbal renovaron sus promesas sacerdotales ante y el Pastor Diocesano y el Pueblo de Dios y monseñor Moronta también renovó su compromiso al frente de Iglesia Local.
Estuvieron presentes las autoridades municipales del municipio Jáuregui y feligresía de las 90 parroquias de la Diócesis que hicieron presencia para orar y acompañar a sus pastores. La animación de los cantos litúrgicos fue a cargo del coro parroquial de Santa Ana del Táchira, dirigidos por el presbítero Domingo Pernía.
Resaltó monseñor Moronta en la homilía que gracias al misterio de la Encarnación, Dios se hizo presente en la historia de la humanidad. Lo conocemos, a través de la Escritura, como Maestro, Pastor, Profeta, Liberador. También uno de los títulos más hermosos y cónsonos con la Misión recibida del Padre Dios y para la cual recibió la unción del Espíritu, es el de Sumo y Eterno Sacerdote.
Enfatizó que “Jesús en la Última Cena, abrió las puertas para la nueva alianza y allí, además de instituir el sacramento del amor, la Eucaristía, creó el del Orden Sacerdotal. Con éste, sencillamente concedió la gracia a unos elegidos de configurarse con Él y así hacer memoria viva de su acción pascual”.
A partir de este momento, debido al don de la sucesión apostólica, a lo largo de los siglos no ha faltado nunca ni a la Iglesia ni a la humanidad el servicio de ministros ordenados para hacer memoria del evento salvífico. Así se extiende por todo el mundo la acción sacerdotal de Cristo. De entre los fieles cristianos de ese pueblo sacerdotal, Dios elige a unos cuantos para ponerlos a su servicio y al de los demás hermanos. Estos elegidos, marcados con el sello del Espíritu Santo son precisamente los ministros configurados a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote.
Una de las tareas primordiales de todo sacerdote, el Obispo y presbítero con sus capacidades sacramentales de celebrar plenamente la eucaristía, y en el diácono por ser servidor de la Liturgia, es precisamente “hacer la Eucaristía”. En la reflexión teológica de los últimos tiempos, así como en el Magisterio reciente, se suele recordar que la “Iglesia hace la Eucaristía y la Eucaristía hace la Iglesia”. Es una hermosa síntesis de lo que significa el ministerio sacerdotal; así como lo es también de la vida y misión de la Iglesia.
Prosiguió el Prelado “Hacer la Eucaristía y hacer la Iglesia” no están divorciados de la Misión de evangelizar, antes bien se hallan totalmente unidos a ella. Con la proclamación del Evangelio se manifiesta la Iglesia. Si bien todos los sacramentos hacen referencia a la salvación y a la vivencia de la misma, la Eucaristía es particularmente el centro, fuente y culmen de toda vida de fe y de la misma Iglesia.
Podemos recordar tres elementos centrales de la Eucaristía que hacen referencia al anuncio de la Palabra y a la Misión de la Iglesia: uno de ellos, es la presencialización del hecho salvífico, de manera sacramental. Se celebra la Pascua del Señor, no otra cosa; para así reforzar la vida de fe y de compromiso de todo creyente.
Un segundo elemento lo conseguimos en el hecho de la permanente reiteración del dinamismo de la Encarnación: la Palabra se sigue haciendo presente, convertida en el Cuerpo y la Sangre de Jesús para ser ambas realidades alimento de vida eterna. Por eso, podemos y debemos hablar en la Eucaristía de la mesa donde compartimos el pan de la Palabra y el pan de la Eucaristía.
Y en tercer lugar, la celebración de la Eucaristía realiza de manera sacramental la tarea de la Iglesia de construir la comunión. De hecho, alimentados por el Pan de la Palabra y el de la Eucaristía, ninguno de los miembros de la Iglesia pasa necesidad y esto se debe seguir viviendo en la cotidianidad. Todos los miembros de la Iglesia, bajo la guía de sus pastores deben construir continuamente la comunión con Dios, entre sí y con los demás seres humanos.
El Obispo del Táchira subrayó que el ministerio sacerdotal presenta una dimensión eucarística. Ésta no se limita sólo a los ritos de la liturgia del sacramento sino que va más allá. “Corremos siempre el riesgo de caer en varias tentaciones relacionadas con una falsificación del ministerio sacerdotal y su relación con la Eucaristía. Hasta los tiempos del Vaticano II, siempre se pensó la teología del sacerdocio sólo desde el ángulo de la celebración del sacrificio eucarístico. Esto hizo olvidar muchas cosas esenciales”.
Continúo el Prelado que “la Eucaristía se consideró no tanto desde su perspectiva global, sino más individualista. Era lo propio del ministro y éste la celebraba sin mayores referencias a la edificación de la comunidad eclesial, incluso, en vez de hablarse de «celebrar» la eucaristía, se solía más bien hablarse de «decir misa»”.
También dijo: “quien sigue la invitación del Papa Francisco de “primerear”, involucrarse, acompañar y fructificar, no se separará nunca del festejar. Es decir, siempre hará posible la fiesta de la Pascua, del Cordero Inmolado, con lo cual se pueden seguir haciendo nuevas todas las cosas, desde la salud hasta el compromiso constructor de una sociedad llena de justicia y paz”.
Finalmente señaló que “siguiendo el consejo de Agustín, no dejemos de ver nunca la Eucaristía como sacramento del amor y vínculo de unidad. Así podremos siempre reafirmar la dimensión eucarística del ministerio sacerdotal: configurados a Cristo, los sacerdotes deben moverse por amor, el mismo que llevó a Cristo a ofrecer su cuerpo y derramar su sangre por la salvación de todos los seres humanos”.
Al finalizar la Eucaristía se les entregó un obsequio a todos los sacerdotes presentes que fueron llamados según su lugar de trabajo pastoral.
El Pastor Diocesano anunció que para el próximo 06 de junio será la peregrinación de los Laicos al Santuario del Santo Cristo de La Grita, organizado por el Codilai. De igual modo, informó que la Misa Crismal del año 2016 será en la población de Colón y estará organizada por las parroquias San Juan Bautista, Nuestra Señora de la Esperanza, y San José.
Al finalizar la Eucaristía se les entregó un obsequio a todos los sacerdotes presentes que fueron llamados según su lugar de trabajo pastoral.
El Pastor Diocesano anunció que para el próximo 06 de junio será la peregrinación de los Laicos al Santuario del Santo Cristo de La Grita, organizado por el Codilai. De igual modo, informó que la Misa Crismal del año 2016 será en la población de Colón y estará organizada por las parroquias San Juan Bautista, Nuestra Señora de la Esperanza, y San José.